Situada en un entorno privilegiado, la ermita nos regala unas vistas aéreas impresionantes. Su encanto reside en el contraste entre la serenidad de las llanuras que la preceden y la bravura del mar que la rodea, creando una imagen única que solo desde el cielo se aprecia en toda su magnitud.
 

Construida en el siglo XVI dentro de una cueva natural sobre un acantilado, la ermita parece fundirse con la roca, como si fuera parte de la montaña misma. Este enclave está coronado por los restos de la Torre de San Telmo, una antigua torre de vigilancia del siglo XIV que añade un toque de historia y misticismo al paisaje.
 

Un lugar donde la naturaleza, la historia y la arquitectura se encuentran para dejarnos una postal maravillosa.
 

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